La batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas (1809-1826) y significó el final definitivo del dominio administrativo español en América del sur. La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua o Ayacucho, Perú, el 9 de diciembre de 1824.
La batalla de Ayacucho se inició a las 9 de la mañana. Aquí se enfrentaron las fuerzas del virrey José de La Serna contra los patriotas al mando de Antonio José de Sucre. Los españoles iniciaron el ataque desde el cerro Condorcunca. La división peruana que comandaba José de La Mar luchó por contenerlos y con la ayuda de los montoneros de Marcelino Carreño los obligaron a replegarse.
Un nuevo ataque realista fue rechazado por la división de José María Córdoba. Entonces, el mismo virrey La Serna, entró al combate con sus tropas, pero en el violento choque cayó herido y fue hecho prisionero. Esto desmoralizó a los españoles, haciendo que muchos emprendan la huída. El general José de Canterac intentó reagruparlos, pero fueron desbaratados por los hombres de Jacinto Lara y Guillermo Miller.
Al ver el desastre, Canterac aceptó negociar con Sucre y firmó la Capitulación de Ayacucho, documento que selló la Independencia del Perú y Sudamérica.
La victoria de los independentistas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que seguía en pie, sellando la independencia del Perú con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del Perú. No obstante, España no renunció formalmente a la soberanía de sus posesiones continentales americanas hasta 1836. El tratado de paz, amistad y reconocimiento con el Perú fue firmado el 14 de agosto de 1879 en París.